11 DE ABRIL - DÍA DE LA ENFERMEDAD DE PARKINSON
viernes, 10 de abril de 2015
Los avances de los últimos años nos acercan a comprender, tratar y acompañar mejor aquellos individuos que padecen este trastorno crónico que afecta a alrededor de 70mil argentinos
El conocimiento sobre la enfermedad de Parkinson (EP) ha crecido enormemente. Hoy en día se reconoce que además de los síntomas motores como rigidez, lentitud en los movimientos y/o temblor, las personas afectadas por la enfermedad de Parkinson pueden presentar manifestaciones denominadas no motoras. “Estas últimas pueden evidenciarse como alteraciones en el sueño, humor, olfato, cognición, el tracto digestivo y urinario, entre otras, y podrían presentarse incluso muchos años antes de la aparición de los síntomas motores, que aún continúan siendo los de mayor relevancia al momento del diagnóstico”, explica la Dra. Emilia Gatto - Jefa del Departamento de Enfermedades de Parkinson y Trastornos del Movimiento de INEBA (Instituto de Neurociencias Buenos Aires).
El avance en la investigación genética ha permitido identificar variantes de lo que hoy denominamos enfermedad de Parkinson. Muchas de ellas con características particulares en relación a algunos síntomas, la edad de inicio, el patrón de herencia, la velocidad de progresión de la enfermedad. Asimismo, bajo el nombre de Enfermedad de Parkinson también se han incluido otras afectaciones de la esfera cognitiva.
Toda la información que actualmente se dispone, nos plantea la necesidad de redefinir qué se considera como enfermedad de Parkinson y diferenciarla de otros cuadros como los parkinsonismos, que designan a enfermedades que inicialmente tienen síntomas similares, pero que revisten una respuesta al tratamiento y evolución diferentes. Un primer desafío al que se enfrentan los especialistas es poder identificar un marcador de la Enfermedad de Parkinson que permita con certeza y seguridad diagnosticarla. En la actualidad se están investigando muchos potenciales marcadores que incluyen: parámetros biológicos (en sangre, líquido cefalorraquídeo, saliva), marcadores en muestras de tejidos y marcadores por imágenes como resonancias y/o tomografía por emisión de positrones-PET.
La Dra. Gatto indica: “Es fundamental considerar no solo los aspectos genéticos sino también aquellos aspectos ambientales que puedan influir en el desarrollo de la EP. Por ejemplo, se conoce que el consumo de café reduce el riesgo de desarrollar EP; se menciona también que el consumo de té verde en poblaciones orientales tendría el mismo efecto”. La actividad física, incluyendo entre otros el tango y el tai-chi; contribuye a mejor la calidad de vida de los pacientes con EP.
Novedades en el tratamiento de la EP
Con respecto al tratamiento de esta enfermedad, la multiplicidad de síntomas y áreas involucradas requerirían abordajes farmacológicos no limitados a la restitución de dopamina. En este aspecto, nuevos abordajes terapéuticos están siendo evaluados (estos incluyen acciones sobre otros neurotransmisores como la adenosina, el glutamato, la acetilcolina). Otras estrategias, como la estimulación cerebral profunda, demostraron ser útiles para paliar los síntomas de la EP.
La terapia génica es un nuevo y prometedor aporte en el tratamiento de la EP, en efecto recientemente se han publicado datos que demuestran que la incorporación de genes que puedan favorecer la formación de dopamina podrían ser seguros y bien tolerados en pacientes en estados avanzados.
Finalmente el implante celular continúa siendo una alternativa a investigar, encontrándose hoy en etapa preliminar. En los últimos años, la posibilidad de desarrollar en el laboratorio células de la mayoría de los tejidos a partir de células derivadas de un individuo (células iPS) permitirán en un futuro comprender mejor los mecanismos involucrados en la EP, alumbrando nuevas posibilidades terapéuticas.
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