29 de Octubre Día Mundial
del Ataque Cerebral
El Ataque
Cerebral o Accidente Cerebrovascular
(ACV) es la primera causa de
discapacidad y la segunda de muerte. En nuestro país cada cuatro minutos una
persona es víctima de un ACV, sin embargo puede tratarse y, sobre todo,
prevenirse.
Según la Organización Mundial
de la Salud
(OMS), el ACV es la primera causa de discapacidad y la segunda de muerte en
países industrializados. “Existen dos clases
de ACV: isquémico, por
obstrucción aguda de una arteria cerebral, con repentina interrupción de su flujo sanguíneo, o hemorrágico
por ruptura vascular”, especifica el Dr. Osvaldo Fustinoni (Jefe del Área de
Enfermedades Cerebrovasculares de INEBA, Instituto de Neurociencias Buenos
Aires).
En Argentina cada cuatro minutos una persona
sufre un ACV. El más frecuente es el isquémico (80% de los casos). Reconocer los
síntomas rápidamente es fundamental para intervenir a tiempo, ya que sólo
dentro de las primeras cuatro horas y media de producido un ACV isquémico puede
aplicarse el tratamiento específico que permite revertir los daños y minimizar
o reducir las secuelas: la trombolisis cerebral.
Síntomas
habituales del ataque cerebral
Las señales
son repentinas y pueden ser detectadas por la persona afectada o sus allegados:
Ausencia de
sensación, debilidad o adormecimiento en la cara, el brazo o la pierna,
usualmente en un lado del cuerpo
Confusión,
problemas repentinos para hablar o comprender el lenguaje.
Dificultades para
ver, desde oscurecimiento hasta visión doble, con uno o ambos ojos.
Inconvenientes
para caminar, mareo, vértigo, pérdida del equilibrio o de la coordinación
motora.
Intenso y
súbito dolor de cabeza.
Test sencillo para reconocer un ACV
A través de algunas
simples pruebas es posible notar la presencia de un ataque cerebral.
Sonreír: Normal: ambos lados se mueven igualmente
Anormal:
un lado del rostro no se mueve igual
Levantar los brazos y piernas: Normal: ambos se mueven al unísono.
Anormal: un miembro cae más
que el otro.
Decir una frase: Normal: pronuncia sin dificultad.
Anormal: habla con dificultad, arrastra, “borronea”
las palabras o enmudece.
En caso de notar alguna de las
alteraciones mencionadas es fundamental comunicarse con un servicio de
emergencias, informando que estamos frente a un probable ACV, una emergencia
neurológica que requiere el urgente traslado e internación del paciente en un
centro adecuado para su eventual tratamiento con trombolisis.
La vida después de un ACV
Las lesiones generan
determinados y variados déficits neurológicos dependiendo de la región del
cerebro afectada. Podrán ocasionar alteración o pérdida de una determinada
función de la vida diaria (caminar, vestirse, comer solo, higienizarse, escribir,
hablar y/o entender), generando distintas discapacidades, que en muchos casos
repercuten en la esfera personal y laboral (aislamiento social, problemas de
pareja y dificultades en el trabajo, entre otros). En aquellos
casos en los que la intervención no se hace a tiempo o no resulta eficaz, se
origina una secuela o déficit funcional. Éste solamente podrá ser mejorado con
una adecuada neuro-rehabilitación, un proceso educativo destinado a disminuir las discapacidades o
desventajas ocasionadas por un ACV.
La Neuroplasticidad es la
propiedad natural del sistema nervioso de reorientar su función y reorganizarse
ante una injuria. Las
estructuras nerviosas no perjudicadas tratan de reemplazar la función del área dañada
“aprendiendo esa función”. El Dr. Fustinoni afirma que “con los estímulos adecuados, el
sistema nervioso puede “aprender” a volver a funcionar bien, pero sin ellos también
puede, distorsionadamente, “aprender” a funcionar mal o lo que es peor, a NO
funcionar. Con correctas estrategias de neuro-rehabilitación se pueden “reconducir”
y dirigir estos mecanismos, promoviendo y recuperando la función neurológica
dañada”.
Teniendo en cuenta
que la neuroplasticidad no se mantiene si no se estimula, surge el concepto de
que la neuro-rehabilitación debe iniciarse lo más precozmente posible,
incluso no bien instalado el ACV. Cuanto más tiempo pase sin que se inicie
la rehabilitación, más se perderá la posibilidad de recuperación.
Factores
de riesgo y la importancia de la prevención
“Es importante recordar que la presentación
de un ACV está relacionada con la presencia de los denominados “factores de
riesgo vascular”: la hipertensión arterial, la enfermedad cardíaca
preexistente, el consumo de cigarrillos, el sedentarismo, el sobrepeso, la
diabetes, el estrés, el colesterol elevado, el consumo excesivo de alcohol y el
uso de drogas ilícitas”, explica el
Dr. Fernando Cáceres (Director General de INEBA). La prevención es fundamental
y, si bien no anula la probabilidad de sufrir un ACV, la disminuye en un alto
grado.
El paciente debe
recibir la medicación preventiva que
corresponda según sus factores de riesgo: drogas para bajar la presión arterial
o el colesterol, y drogas antitrombóticas para prevenir las obstrucciones
vasculares. Además, y esto es de suma importancia, se requiere la modificación de hábitos, que incluyen dejar de fumar, dejar de consumir
alcohol o drogas, recibir una alimentación correcta, descender el eventual sobrepeso,
efectuar un nivel adecuado de actividad física aeróbica y replantear el nivel
de estrés laboral y social.
Lamentablemente, es muy elevada la probabilidad de sufrir o
repetir un ACV si no se corrigen los factores de riesgo. El Dr Cáceres advierte:
“Cuando el paciente y su entorno están en
manos del equipo interdisciplinario de neuro-rehabilitación es quizás el
momento más oportuno para iniciar esos “cambios de hábitos de vida” que son tan
necesarios para el buen pronóstico y para “no tropezar dos veces con la misma
piedra”.
Para más información: www.ineba.net